jueves, 21 de mayo de 2015

#NiUnaMenos: El Estado es responsable

Apuñaladas, baleadas, golpeadas, estranguladas, violadas, quemadas. Vivimos en un país en el que cada 30 horas una mujer es asesinada. Y no importa el cómo, ni el por qué: siempre se culpabiliza a la víctima. Siempre se justifica al asesino. Siempre se naturaliza la muerte.

De alguna manera u otra, las mujeres nos merecemos ser asesinadas. Si no es porque somos putas, es por lindas. Si no es por negarnos a hacer lo que no deseamos, es por provocar e incitar a que nos toquen, nos besen o nos violen. Si no es por callar, es por denunciar. Pero lo peor es que, una vez muertas, nadie nos defiende. 
En el mejor de los casos, creciste en el seno de una familia "bien" y los medios se encargan de recolectar testimonios de gente que te quería, que veía que eras una buena chica, que te cataloga de estudiosa, laburadora y solidaria. En el peor de los casos, todos indagarán tu intimidad y la revolverán para defenestrarte, para que nadie sienta pena por la joven fallecida, que igual se drogaba, igual no iba a la escuela, igual se iba a su casa de tarde y volvía a la madrugada. Y seguramente usaba bombachas de esas que no tapan nada -y todos sabemos que usar tanga es de trola-.

Las mujeres están siendo violentadas física y psíquicamente. Pero al común de la gente le preocupa más discutir sobre el atuendo inapropiado para una entrevista de trabajo, o las cosas que motivan una golpiza. Todos ellos se vuelven en segundos catedráticos de la cultura de la violación, que le enseña a la mujer cuáles son las claves para no ser violada, asaltada o asesinada. ¡Si es más fácil que enseñar a no violar!

Por si fuera poco, hay un Estado encubridor detrás de todo esto, responsable de la violencia que viven millones de mujeres en Argentina, país donde mueren casi 300 mujeres al año por abortos clandestinos y más de 600 mujeres siguen desaparecidas a manos de las redes de trata, a quienes las fuerzas represivas del Estado y los funcionarios políticos y judiciales les otorgan total impunidad para que sigan operando con libertad.

Tener vulva y vagina se ha vuelto un pecado. Ya lo descubrieron Marita, Candela, Ángeles, Melina, Lola, DaianaChiara y tantas más que no han trascendido. Que no son tapa de diarios ni aparecen en los informativos de la televisión a cualquier hora del día. 

Basta de aceptar este tipo de crímenes como cosa de todos los días. Basta de estigmatizar a las víctimas. Basta de proteger la violencia machista. Que la misoginia preponderante en el país no se siga traduciendo en una menos. Las mujeres que ahora no pueden pedir justicia, se lo van a agradecer.

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