jueves, 11 de junio de 2015

"Todo el tiempo estoy imaginando historias"

Patricio Chaija es oriundo de Tornquist, pero vive en Bahía Blanca hace algunos años. Es escritor y profesor en Letras, ejerciendo de docente de Prácticas del Lenguaje. Tiene 33 años, y pese a su soltería, tiene en su haber cinco hijos llevados al papel: El cazador de mariposas (Ediciones de la Cultura, 2009), El Libro de Fede (Ediciones de la Cultura, 2010), Pili (Simurg, 2010),  Nuestra Señora de Hiroshima (Simurg, 2012) y El pueblo de los ritos macabros (Simurg, 2015). Además, realizó la compilación de Osario común. Summa de fantasía y horror, para Editorial Muerde Muertos.

Patricio Chaija. Quizás, imaginando alguna historia.
Fuente: Facebook.
Cualquiera que mantenga una conversación con él, será capaz de afirmar que detrás de los libros, la fantasía y el horror, se esconde un hombre solitario, pero no solo; de sentimientos nobles y que aún tiene el mismo hambre de reconocimiento y compañía que cuando eligió dedicarse a la escritura. Una persona comprometida con su responsabilidad de comunicar a través de la ficción, y con la voluntad de generar un cambio de conciencia, de pensamiento, o de mirada.

Patricio ha estado publicando sus novelas en orden irregular respecto a su cronología. Basta con mencionar que El pueblo de los ritos macabros, a presentarse el 12 de junio, fue escrita en 1999 para dar cuenta de que sus relatos no siguen una progresión temporal.

Cómo escribe, en qué se inspira, su vinculación con lo policial y el horror, recuerdos ocultos y anécdotas del proceso de escribir. De esto y mucho más, habla Patricio Chaija.

- ¿A qué edad empezaste a escribir? 
- A los 12 años. Yo soy de Tornquist. Estábamos acá, en Bahía. Veníamos muy seguido porque la familia de mi vieja es de acá. En diciembre del '94, estábamos en la librería Don Quijote y yo estaba eligiendo mi regalo de Papá Noel. Y por ahí veo la portada de un libro que me impactó. Era la cabeza de un hombre gritando y, en lugar del cuello, estaba la muñeca de una mano y una mano. La cabeza de un hombre sobre una mano. Esa mano sobre un piano. Todo, en penumbras. Esa era la portada del libro. Me impactó tanto que me pregunté: "¿Qué historia habrá detrás de esa imagen?". Y era una antología de cuentos de terror. Entonces, se me ocurrieron dos cosas: primero, que yo quería dedicarme a eso. Escribir historias de terror. Nunca había escrito historias, nada. Pero ya dije: "Quiero escribir de terror". Y también empecé a imaginar, seguramente habría habido una maldición, ese hombre está condenado a toda la eternidad... Empecé a pensar. Nunca escribí esa historia, pero se me ocurrió. En enero de, '95, a los pocos días, escribí mi primer cuento de terror. Sobre una parejita que va caminando por Monte Hermoso, un chico y una chica, por la playa, junto al mar. Él se convierte en monstruo y la mata. Mi primer cuento, a los 12. 

- ¿Cuándo escribiste tu primera novela, una vez que decidiste dedicarte a escribir?
-Empecé con cuentos. Me pareció que era una manera de ir entrenándome para escribir novelas, porque yo quería ser novelista. Entre los 14 y los 15 empecé un montón de novelas. Una página, un párrafo, dos páginas y abandonaba. A los 16, me dije: "¿Qué estoy haciendo por mi futuro? Quiero ser novelista y no escribí ninguna novela". Así que me senté una noche, ya en diciembre, estaban terminando las clases, y empecé a escribir. Me dije: "Tendría que escribir diez páginas por día. Entonces, si escribo mucho los primeros días, después voy a mirar para atrás y voy a ver tantas páginas escritas que me voy a poner las pilas para concluir esa novela y no va a quedar inconclusa como las otras". El primer día escribí dos páginas. En vez de diez, dos. Al día siguiente, nada. Así que al tercer día borré lo que había escrito y empecé de cero. Y escribí veinte páginas, ya no diez. Escribí veinte, veinte, y en cinco días tenía cien páginas. Y yo digo "Wow, nunca escribí tanto". Y así escribí mi primera novela larga. En unos días. Percepción, una novela que está inédita. Ya se va a publicar en algún momento. Esta novela, "El pueblo de los ritos macabros", que se presentará el 12 de junio, sería la tercera novela. La escribí entre los 17 y los 19. Después de esa tengo varias novelas escritas y las voy sacando de a poco. Percepción todavía espera, El pueblo... pronto llegará. 

- ¿Qué te lleva a escribir? ¿Qué te inspira, si es que creés en la inspiración? ¿O creés más en la cuestión de sentarse y empezar a escribir? 
- Hay de todo un poco. Primero, me surgen ganas de escribir. Es algo que uno no sabe de dónde viene, ¿no? Ni lo podés controlar, tampoco.  Tengo ganas de escribir, y me siento y escribo. Todo el tiempo estoy imaginando historias. Sin forzarme a hacerlo. Leo algo, veo algo, una imagen, un cuadro, como que se me ocurre que hay una historia detrás de todo eso. Voy a inventar algo: dos caballos mirando al horizonte, uno pequeño, otro más grande, hay un pantano... Y yo digo: ¿cómo llegaron ahí? Hay toda una historia ahí, por qué están mirando para allá... Se me ocurren cosas, todo el tiempo. A veces uno se esfuerza para que le salgan las cosas también. Me obligo a estar sentado, a dedicarle horas. Si no, para hacer una novela, sería imposible si uno no se esfuerza. Siempre estoy pensando, ahora que me hacés la pregunta de esta manera, si tiene que ver con algo innato o con sólo trabajo y esfuerzo. No lo sé, no sabría decirte. Me gusta mucho y le dedico tiempo, pero conscientemente digo "Bueno, no, basta". Y siempre va a haber algo divertido para hacer en vez de sentarse en soledad, encorvado, a teclear una historia. Pero hay veces en que es necesario. Son tantas las historias que se le ocurren a uno que te desbordan. 

- ¿Te dedicás plenamente a la escritura o hacés alguna otra actividad vinculada o no a escribir? 
- Doy clases de literatura. Me ha ayudado mucho la universidad a estudiar a muchos escritores y ciertos libros que, por ahí, nunca me habría cruzado. Me ayudó a ampliar la mirada. El trabajo que me da de comer es la docencia. Soy profe de prácticas del lenguaje. Y después este "trabahobby" que es el de escribir historias. Lo que más me divierte. 

- ¿Aprendés algo de tu trabajo de docente? ¿Tenés un ida y vuelta con tus alumnos que se conecte con tu trabajo de escritor? 
- Sí, a veces a ellos se les ocurren cosas muy lindas. Y si alguien tiene una idea muy linda, y no la va a usar, uno la puede tomar prestada. Eso me pasa también cuando charlo con alguien. Incluso, Pili, mi tercera novela publicada, la cuenta un profesor. Transcurre en los ambientes áulicos, se toman anécdotas de alumnos, sencillas, que se me han ocurrido a mí. Me inspira mucho lo que vivo, lo que trabajo, todo eso. 

- ¿Cómo recibe tu entorno lo que hacés? ¿Tenés apoyo fuerte de tu familia y de tus amigos? 
- Sí. Como desde tan chiquito me dedicaba a esto, siempre me han respetado mucho. Yo digo "mis trances de escritura", porque a veces eran como trances de muchas horas. La que me apoyaba mucho era mi vieja. A ella le gustaba leer y escribía poesía. Como me fui formando como lector, primero, a partir de los 8 o 9 años, un poco quería agradarle. Esas cosas de hijo. Te cae bien uno de tus progenitores... Si mi viejo hubiera querido tener un hijo futbolista y yo hubiera querido deslumbralo, le habría dedicado horas a ser el futbolista que quería mi viejo. Finalmente, no sé si soy el novelista que ella hubiera querido. A veces pienso en qué clase de hombre quisiera ser. Algo de lo que ella hubiera estado orgullosa. 

- ¿Tenés alguna anécdota graciosa del antes, durante o después de escribir una novela? 
Pedido de justicia. Afiche que inspiró a Patricio.
Fuente: LaGaceta.com.ar
- Tengo una cábala, pero no es graciosa. Una cábala medio tonta, que nunca se la conté a nadie, así que es la primera vez que lo voy a decir. Nunca me habían preguntado eso. No es un secreto, pero nunca se lo dije a nadie. Tengo un gorrito jamaiquino, tejido con verde, amarillo y rojo, que me encanta. En algún momento en que escribo una novela, una de todas las tardes o noches en que me siento, tengo que tener puesto ese gorro. Lo hice desde siempre y realmente me gusta. 
Tengo muchas anécdotas, no graciosas, pero anécdotasLa última novela que escribí, tiene un título... Diga el nombre del asesino de Paulina. ¿Viste estos casos de femicidios? Son temas que me mueven mucho, siempre me parecieron atroces. Y, hace un año, en marzo del año pasado, escribí una novela policial en la cual ocurría un caso así acá, en Bahía. Una chica de 16 aparece muerta, atada a un árbol, luego de una búsqueda y rastrillaje. Aparece con cortaduras en el vientre, en los antebrazos y en el cuello. Entonces, un profesor de plástica, que es viudo y tiene una hijita, recibe un mail misterioso y se pone a investigar el caso. Un caso que ocurrió, en realidad, dos años atrás. Después, todo tiene un por qué. Cuando escribía esa novela, en uno de los episodios, un amigo del protagonista es escritor. Ese día yo no tenía ganas de escribir, pero como estaba muy metido en la novela, dije: "Todos los días me siento y escribo". Y no tenía ganas de escribir, pero se me ocurrió meter en el medio de la novela, un cuento que escribía el amigo escritor del protagonista. Y es un bajón. Yo  no tenía ganas de escribir, porque estaba muy mal emocionalmente, y escribí las ocho páginas más oscuras de lo que llevo escrito en ese momento. Realmente, es un bajón. Y una anécdota, no graciosa pero interesante, en la misma novela. Como estaba escribiéndola sobre un profesor, empecé a pensar el perfil del personaje. Tiene que ser un docente, 30 años, tiene que ser viudo y tener una hija de 4... Y por ahí digo, ¡yo tengo un amigo que encaja en todo esto, lo voy a poner de personaje! Los puse a él y a su hija de personajes. Un día los invito a almorzar. Vienen él, su hija y la novia de él. Después de almorzar, charlando, él le da a la nena para que dibuje unas hojas y un lápiz. Y mientras estamos charlando, Gonzalo, mi amigo, le dice a su hija: "Valen, dibujale a Pato una nena". Y me mira Gonzalo y me dice: "Vas a ver lo terrorífica que la hace". Y ella viene con el dibujo de una nena tan terrorífica, tan genial... Yo para ésto ya les había dicho que ellos eran los protagonistas, les había leído unas páginas. Tenía 30 páginas escritas, nada más. Era el comienzo de la novela. Cuando Valen me trae el dibujo, le digo a Gonzalo: "¡Esto es genial! ¿Me das permiso para utilizarlo?". Así que me lo incorporé y está en el libro. Es una parte fundamental. Sólo puse que la nena, que se parece mucho a la real, lo dibuja en determinado momento y tiene un significado sustancial en la historia. Me apropio mucho de las cosas que van sucediendo desde que empiezo hasta que termino una novela. Todo lo que me pasa en el medio, trato de apropiármelo. Me pasó con el título también. Se me había ocurrido un año antes. En el 2013 fui al festival Azabache, de literatura policial, en Mar del Plata. Y estaba caminando con un amigo, escritor también, Fabio Ferreras. Íbamos por el centro de Mar del Plata, y por ahí le digo: "Fabio, mirá esto". Era un afiche pegado en la vía pública que pedía el esclarecimiento de un crimen. En Mar del Plata, ese afiche pedía el esclarecimiento de un crimen ocurrido en Tucumán. Muy raro. Decía "Gobernador Alperovich -gobernador de Tucumán- diga el nombre del asesino de Paulina" y estaba firmado por el padre de Paulina Lebos. Cuando veo ese afiche, le digo: "Dame tu cámara, hay el título de un libro en ese afiche". Me guardé el título y yo no sabía qué iba a escribir, ni si iba a escribir. Colecciono muchos títulos. Y por ahí dije "Voy a escribir esta historia". Un poco inspirado en el caso Ángeles y otras chicas que han sufrido terribles muertes. Así empecé a escribir esta historia. Y el título lo saqué de la vía pública. De un afiche. Que pide justicia. El nombre de la protagonista está sacado de un caso real, Paulina Lebos. 

- ¿Tratás de estar informado acerca de lo policial y, en específico, de los femicidios? ¿Te interesa, tenés conexión con ello? 
- Sí. Me interesa como ciudadano. Siempre me interesó y es la primera vez que lo puedo llevar a una novela. Son casos que a uno lo conmueven. Algo que nunca entendí, que siempre le tuve miedo desde chico, fue la idea del secuestro. Que alguien prive a otro de su libertad. Me parece tan atroz, que mi primer libro publicado, "Cazador de mariposas", trata de un hombre que no es ningún cazador de mariposas. Un hombre secuestra a tres hermanas. Son prisioneras en su casa. Se me ocurrió esa historia. Después pensé que lo que me conmueve es que alguien realmente pueda hacer eso. O las chicas a las que les ocurren estas muertes. "Les ocurren estas muertes"… parece como si fuera algo ajeno. No: que las asesinan. Me conmueven, me hacen mal y desearía que no ocurran, pero lo único que sé hacer es escribir historias. Y como me dan miedo y horror esas historias, las escribo. Por ahí a alguien le sirva para reflexionar. Ojalá pueda servir para eso.


- ¿Qué podés anticipar sobre "El pueblo de los ritos macabros"? 
- La escribí hace muchos años, tengo mucha ansiedad por verla publicada. El pueblo de los ritos macabros la empecé en 1999. 16 años después va a ser publicada. La escribí en la adolescencia, pero me siento muy identificado con la protagonista y toda la historia. Me gusta mucho la historia. ¿Un anticipo? Fue un desafío escribirla, porque está contada desde el punto de vista de una mujer menor de edad. Como autor, yo tenía 17, pero la protagonista era unos años menor. Fue un desafío. ¿Cómo ve el mundo una mujer? Es algo que no sé y obviamente, lo inventé porque nunca lo sabré. Siempre me llamaba la atención que haya demasiados hombres héroes. Una vez lo expresé en otra entrevista: el hombre es el centro del mundo. Y siempre lo cuestioné desde chico. Así que por eso, mi protagonista es una chica. Yo me planteé la historia así: si el protagonista fuera hombre y mayor de edad, aunque no fuera un investigador, o policía, le sería más sencillo acceder a ciertos casos. En la novela hay una serie de asesinatos y el protagonista tiene que investigarlos. Si hubiera sido hombre y mayor de edad, era menos cuestionable que entre a una comisaría a pedir información. En cambio, imaginate una mujer. Menor de edad. Nadie la va a tomar en serio. ¿Es más difícil? Vamos a hacerlo más difícil. Siempre me gustó plantearme la escritura como un desafío. Si no, ¿para qué hacerlo? 

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